El Lunes estaba muy triste. Se había
dado cuenta de que los niños no lo querían. Los escuchaba quejarse: –
¡Otra vez Lunes, nooooo! ¡Ojalá el Lunes no existiera! Las quejas se
repetían continuamente, cada vez que el popular y querido Domingo se
iba.El Lunes se deprimió tanto por el
rechazo de los niños que cayó enfermo. El médico le ordenó guardar cama,
así que ya no podía cumplir sus funciones como día de la semana. Los
padres y maestros convocaron a una gran reunión para decidir cómo
afrontar la falta de Lunes.
– Ahora sólo contamos con seis días, nuestros niños tendrán menos escuela y aprenderán menos. – se quejaban los padres.
– No tiene por qué ser así, démosle al
Domingo las funciones que tenía el Lunes y reduzcamos el fin de semana
solo a los sábados.– sugirieron los maestros.
Todos estuvieron de acuerdo con la idea y
así se hizo. Las clases empezaban el Domingo y terminaba el Viernes.
Solo los Sábados los niños jugaban y descansaban.
Fue entonces cuando empezaron a extrañar
al Lunes y a valorarlo. Iban a visitarlo, le llevaban flores,
chocolates y globos, le hicieron cientos de lindos dibujos.
El Lunes se sintió tan querido que se recuperó y volvió rápidamente al trabajo.
Los niños nunca más se volvieron a quejar de él.
Fin
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